martes, 19 de agosto de 2014

Belleza



Belleza

El siguiente relato lo lei en un libro de anécdotas de chicos y chicas judios, quiero compartirlo con ustedes recordando que Dios nos pide que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 

Mi nombre es Leá.
No me gusta mirarme al espejo, porque la cara que veo reflejada no es muy linda de ver. Soy fea.
  No siempre fui así. Tengo una foto mía de cuando tenía 5 años. Yo era una niña muy  linda con bellos ojo.
  Pero n o mucho después de que esa foto fuera tomada —según me cuenta mi madre—estalló un incendio en nuestra casa cuando yo estaba durmiendo en mi cuarto. Todo en la casa se quedo destruido, y, por milagro, los bomberos consiguieron sacarme. Pero hasta entonces, mis ropas se habían prendido fuego, y mi cara resulto quemada horriblemente.
  Permanecí cerca de un año en el hospital. Los doctores trabajaron duramente para mantenerme viva. Y tuvieron éxito. Salvaron mi vida.
  Pero hay una cosa que no pudieron hacer. No lograron que me viera normal nuevamente. Mi cara se ve impresionante, atemorizante, como una quemadura gigante.
  Lo único que queda de mi hermosa cara son dos ojos. Mi madre dice que son hermosos.
  Ahora tengo vergüenza de caminar por la calle. Siempre pienso que todos me están viendo. La gente que sabe lo que me pasó cuchichea entre ellos cuando paso. También hay algunos que se ríen, y eso duele mucho.
¿No es suficiente que mi exterior esté dañado? ¿También tengo que estar herida interiormente, en mi corazón y en mi alma?
  Pienso mucho acerca de la belleza en estos días. No es más que un envoltorio exterior—no muestra nada de lo que hay en el interior de la persona.
  Me di cuenta que los niños actúan mejor con aquellos niños de buen aspecto. Aunque esos niños no tengan buenos corazones y aunque hagan cosas que hieren a otros. Pero a un niño como yo, Pero a una chica como yo que no mata ni una mosca no le prestan atención. No me piden que me una a sus pláticas, y lo peor de todo, actúan desconsideradamente las chicas de mi edad y se alejan.
  ¿Por qué me tratan así? ¿Yo no he lastimado a nadie?
Si yo me viera como cualquier otro, le agradecería a Dios todos los días por haberme hecho tan afortunada, y sería buena con los chicos que tienen mal aspecto.
  Pero todos aquellos chicos y chicas que siempre estuvieron bien —nunca tuvieron este sentimiento, y no saben que significa. Ellos actúan como si yo fuera fea interiormente. Estoy escribiéndoles a todos aquellos que están afuera: ¡Por favor, traten de conocerme! ¡Por favor, ignoren mi terrible problema! Yo puedo jugar y reír exactamente como ustedes, y una criatura como yo también merece amigos.
  Espero que mis palabras les lleguen al corazón a todos aquellos que leen estas líneas.


Tomado del libro. Que los chicos hablen de ellos mismos, de Jaim Walker, Editorial BNEI SHOLEM

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